lunes, 8 de agosto de 2011

Ayer: “humanoides”. Hoy: “inútiles subversivos”

La clase política en general aún no comprende, que el movimiento estudiantil en su esencia más pura, es un movimiento libre y amplio, sin miedo a expresarse, no manejable por ningún actor social o político.

Catalogar a otros de cualquier cosa, cuando no existen argumentos para responder a sus demandas, es una vieja escusa que no podemos seguir aceptando. Nadie podrá olvidar que en los años ochenta, los opositores a la dictadura fueron catalogados como “humanoides”.

Hoy resurge una nueva carátula denominada “inútiles subversivos”, frase “celebre” lanzada por el designado senador Carlos Larraín, en alusión al movimiento estudiantil político-social, que logró movilizar a todo un país con las más nobles ideas de cambio en la educación e ingeniosas intervenciones culturales, como expresión de protesta y descontento.

La clase política en general aún no comprende, que el movimiento estudiantil en su esencia más pura, es un movimiento libre y amplio, sin miedo a expresarse, no manejable por ningún actor social o político. En dicho escenario, los lideres políticos y especialmente los partidos políticos, tal vez sean identificados como los culpables directos del deterioro de la educación, debido a su incapacidad para dialogar con los movimientos estudiantiles y además, por su mirada cómplice, respecto del menoscabo del sistema educativo del país.

Lo grave de las declaraciones del Presidente de Renovación Nacional, tienen relación con el contexto político que vive el país. Existe una crisis de representación de ciertas instituciones y grupos políticos, cuyo efecto más inmediato, tiene relación con la inexistencia de una contra parte efectiva, con quién pueda sentarse a negociar el movimientos demandantes. Vale decir, no existen actores validados, fuera del movimiento estudiantil, capaces de intentar superar la crisis.

Por tanto, sus declaraciones profundizan la crisis de representación y no ayudan al diálogo, incluso en su calidad de presidente del partido de gobierno, son una pesima contribución política.

¿Qué hacer entonces? Se requiere de liderazgos efectivos, reales y diversos. Pero además, es necesario que existan las voluntades políticas que consideren las demandas de una inmensa mayoría que pide a gritos un cambio urgente en el país.
Los estudiantes con sus amplias movilizaciones demostraron su capacidad de organización y liderazgo. Ahora falta que los políticos, dejen de lado sus declaraciones enfermizas y se pongan a trabajar para resolver este entuerto en que están metidos.

* Analista político y electoral. Docente.

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