Desborde de la multitud y cause constituyente
El desborde de la multitud debe tener un cauce constituyente, sin letra chica ni representación posible. La política no puede prescindir de la sociedad. El nunca más sin nosotr@s llegó para quedarse.
Es precisamente en las comunas
del rechazo donde se visualiza la transformación capitalista acontecida y a la
vez, un punto de diferenciación con el resto del territorio. En tal lógica, el
poder político se entrelaza con los dueños del poder económico para instaurar una
cierta vocería ideológica, cada vez con menor legitimidad, pero con suficientes
recursos mediáticos –electorales y financieros, para seguir ostentando el poder
y continuar con la sordera. Ahora anuncian que lo acontecido el 25/O no tiene
tanta importancia y se preparan para la elección de constituyentes y de esa
manera defender el patrimonio constitucional heredado por la dictadura.
Lamentablemente muchos dirigentes
políticos son parte de la élite o se comportan como ellos.
Los partidos han perdido su legitimidad
Resulta clave establecer entonces,
la legitimidad que presenta la dirigencia política actual, luego del 25/O. En
tal sentido, los partidos políticos tradicionales, (el llamado duopolio) muchos
de los cuales han recibido financiamiento ilegal de parte de las empresas, no
tienen la legitimidad suficiente para cincelar a su modo el proceso
constituyente. Curiosamente luego del triunfo del ACC, se han auto declarados
poseedores de un mandato para escribir la nueva Constitución. Alejados de los
ciudadanos y aislados en su propia burbuja electoral, pretenden re-conectar sus
alicaídas orgánicas aprovechándose del triunfo decisivo del Apruebo.
Los partidos políticos son
verdaderos artefactos vacíos de cualquier sentido constituyente, con una escasa
densidad democrática en cuyo seno: los lotes, los grupos y tendencias internas,
buscaran disputarse los escaños constituyentes de la misma forma en que se
disputan otras contiendas electorales. Vale decir, seleccionando militantes y
amigos cercanos, cuyo único propósito exigible es que obtengan la mayor
cantidad de votos posible. No importando en demasía su pertenencia al movimiento
social o algún colectivo de base.
El ciclo electoral no es necesariamente constituyente
El ciclo electoral que se avecina
durante en el año 2021 (Múltiples elección de las distintas autoridades del
país) no puede confundirse ni menos mezclarse con el espacio constituyente que
se abre. Comprender que la lógica electoral de competencia, entendida como
aquella búsqueda de figuras que atrapan votos y generan escaños, no tiene el
mismo correlato, ni la densidad política que posee un momento constituyente. Ambos esfuerzos
caminan en cuerdas diferentes. Sin embargo, hasta ahora, los partidos políticos
pretenden hegemonizar en un solo acto, el ciclo electoral y el tiempo
constituyente que se avecina. Ello produce una confusión en los votantes y
podría resultar profundamente distorsionador, sobre todo si los candidatos
constituyentes carecen de la diversidad social que caracteriza a nuestro país,
del cual debe emanar el tan necesario pacto social.
La profundización democrática exige
provocar un momento constituyente distinto a la lógica de competencia y
marketing electoral establecido. El intento de apropiarse del tiempo
constituyente sin sociedad, simplemente no es posible. El Apartheid político en
que se encaminó la clase política que gobernó Chile en los últimos 30 años,
instaló la idea y existencia de una política sin sociedad y con ello,
desarticuló a los actores sociales. El estallido social y la revuelta de
octubre, demostró lo equivocado de tal desarticulación e instaló en la calle
una multitud desbordada, que desconoce cualquier intento de representarles. La
calle se politizó demostrando abiertamente su malestar por la privatización
individual de la vida.
Lamentablemente el 15/N como
expresión institucional no consideró la crisis de representación del sistema
político y se gestó pensando en que una salida institucional acotada y tramposa
en que los mismo de siempre (Las 3 Comunas) volvieran a escribir la nueva
Constitución. Por supuesto luego del 25-O, los candidatos a constituyentes
buscaran un escaño en la historia de Chile. Seguramente algunos que votaron por
el Rechazo, deambularán por los pasillos del poder buscando su cupo, sin
comprender que marcaron la opción que precisamente negaba aquello y que ahora evocan
con tanta facilidad.
La escasa conexión de los
parlamentarios con el resto de la sociedad y su propio afán de poder, los llevó
a decidir que el órgano que escribiera la nueva constitución fuera igual a una
elección a diputados, sin comprender que ello dejaba de lado, cualquier otra
forma de representar la diversidad del país. El nunca más sin nosotr@s, despoja
que cualquier centralidad exclusiva a la élite política-económica y establece a partir del 25/O, una nueva
impronta que viene precedida al 18/O, donde se consolida e irrumpe una nueva
subjetividad social que interpela, exige visibilidad y reconocimiento. Es una
respuesta al poder institucional,
especialmente a los partidos políticos y al poder en general, al que demanda sin
tapujo alguno, ser parte de la redacción de la nueva constitución.
En tal situación, el acuerdo del
15/N carece de todo sentido constituyente, no sólo por un deficiente mecanismo
de elección de los que escriban la constitución, ni sus quórum establecidos; su
origen a espalda de la gente entre otros, sino porque la salida institucional a
la crisis social no puede ser diseñada y ejecutada sin la multitud movilizada.
El desborde de la multitud debe
tener un cauce constituyente, sin letra chica ni representación posible. Esta
vez, debe ser protagonista de su propia impronta. Los partidos políticos y la
élite gobernante tienen la responsabilidad de abrir los escaños a la sociedad
civil y al movimiento social que encabezó la multitud en las calles y viene
trabajando desde hace años en cabildos y encuentros auto sustentados en sus
barrios y territorios. La sociedad está de vuelta. La política no puede
prescindir de la sociedad. Es una exigencia a la élite para que deje de lado la
excesiva concentración del poder y avance hacia una decidida dispersión que
represente el 80/20 declarado en las urnas. El nunca más sin nosotr@s llegó para quedarse.
· * Co- autoría con Daniel
Carrillo. Vocera TER, Valparaíso.
· Fuente imagen: www.cambio21.cl